Como combatir la indisciplina en clase y no morir en el intento
Los maestros/as estamos experimentando que la indisciplina y la violencia están aumentando dentro de las aulas. Nuestros estudiantes conversan, gritan, se distraen y hacen
No hay duda de que los actos de indisciplina, principalmente cuando son son intencionales y frecuentes, son perjudiciales a la moral de un colegio y se oponen frontalmente a los propósitos educativos que son la propia razón de ser de estos establecimientos. Deben, por consiguiente, ser combatidos y eliminados. Pero estos actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos de la vida escolar. Importa pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas disciplinarias más drásticas. Corresponde a la escuela favorecer y estimular la maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad. Podemos señalar estas normas prácticas de conducta personal del profesor en clase:
-Cultivar, en relación con los alumnos, una actitud fundamental de interés, comprensión y simpatía. Ser por encima de todo, humano y razonable con ellos; no se debe de permitir sin embargo, los excesos de familiaridad ni se debe de ser demasiado condescendientes; es necesario ser firme e insistente en las exigencias, pero explicando el porqué de las mismas.
-Poner con colaboración de los alumnos normas claras del aula y hacer que ellos mismos pongan sus normas y se concienticen del porque se deben de tener estas normas.
-El maestro debe de estar convencido de tener la vocación de docencia, se positivo, ser auténtico es decir no fingir ni aparentar, tener control de sus impulsos.
-Evitar durante la clase hablar de uno mismo, de la vida, méritos o problemas y negocios particulares; no desperdiciar el tiempo de clase en confidencias personales o en asuntos ajenos a la materia.
-No ser autoritario, arrogante ni arrollador; no manifestar desprecio hacia los alumnos; ser paternalmente firme y emplear la energía de modo sereno, prudente y digno. Imponer respeto a los alumnos sin humillarlos ni intimidarlos.
-Cuidar la propia autoridad y no exponerla al desgaste, abusando de ella en incidencias triviales; en tales casos es mejor recurrir al manejo preventivo o indirecto,
-Zanjar sin embargo de forma tajante y sin titubeos, cualquier movimiento más serio de indisciplina o de desorden colectivo.
-No hacer promesas ni amenazas que después no se podrán o se querrán cumplir; cuando se haga una advertencia, no deben de tolerarse reincidencias. Las sanciones si son necesarias, deben de ser aplicadas sin tardanza y no días o semanas después; pero se debe de ser moderado e impersonal en su aplicación.
-Tratar las infracciones más graves de modo objetivo e impersonal, sin mostrarse ofendido o enojado personalmente. La indisciplina debe de ser reprobada como conducta inconveniente o antisocial que habla de los individuos que la practican. No interpretarla como afrenta o desacata a la autoridad personal del profesor. Terminado el incidente no demostrar resentimiento o intenciones de persecución o venganza; tratar a los alumnos con naturalidad como si nada hubiera sucedido antes.
-No reprender nunca a la clase entera por por faltas cometidas por algunos alumnos; mucho menos se debe de castigar a toda la clase; además de injusto sería contraproducente. Procurar por el contrario, aislar a los agentes de la indisciplina, contrastando su conducta con la de los demás miembros de la clase. Cuando no se consiga identificarlos no exigir que los otros los denuncien; invitar a los infractores a presentarse después de clase para dar explicaciones personales.
-Hacer comprender a los alumnos que la buena conducta es una exigencia social que debe de ser acatada en todas las circunstancias de la vida y que la escuela le da gran importancia.
-Nunca se ofenda personalmente a los alumnos con apodos despectivos, indirectos, sarcásticos, alusiones a defectos físicos o insultos personales. No provocar susceptibilidades ni ofender el sentimiento de dignidad personal o familiar de los alumnos.
-Procurar crear y mantener en las clases una atmósfera sana de responsabilidad interés y calor humano, espíritu de trabajo y amor por el estudio. Por encima de todo se debe de ser educador, nunca fiscal ni un perseguidor de los alumnos.
Comentarios
Publicar un comentario