¿Hasta cuándo durará esa rabieta?

Es un libro de Christine Brunet y Nadia Lakhel, este libro me llamó la atención por el título pues los padres siempre pasamos por los episodios de rabieta de nuestros hijos y estoy segura de que más de uno se habrá sentido incómodo por esta situación.
El libro dice que antes de 1960 educar consistía en dar sermones y en que solo los padres tenían la razón, el niño reprimía sus impulsos y emociones. Luego el niño tenía derecho a expresar sus emociones y deseos gracias a un mejor conocimiento de la psicología infantil. Pero se terminó confundiendo satisfacer las necesidades imprescindibles del niño con satisfacer sus deseos.
El libro dice que antes del año es infundado  decir que tiene un capricho. Entre los 8 y los 12 meses el bebé estalla en sollozos, no está seguro de que su mamá volverá, cree que las personas y cosas que no están a su alcance desaparecerán.

El capricho no es malo, en forma no excesiva es la expresión del dinamismo del niño y de su vitalidad. Entre los 2 y los 3 años es un período agotador pues el niño trata de mostrar su independencia tomando decisiones insólitas y extremas. Los padres debemos contener estas decisiones cuando es necesario y autorizar en lo posible en función de su edad. Los padres debemos hablarle como a una persona pequeña lo mas pronto posible para así tener una buena comunicación y ayudar a que el niño ponga en orden sus ideas, pues el no tiene noción del tiempo, puede vivir incluso en dos presentes.
Las rabietas son una forma de comunicación, el niño habla con su cuerpo. 
Cuando el niño empieza a andar le llueven las prohibiciones, el niño quiere tener su independencia por eso le dice a todo y a todos que !no!. Oponerse no es una rabieta, pero puede degenerar en un ataque de cólera si el adulto quiere que el niño le obedezca a toda costa.
Si escucha y atiende las necesidades de autonomía de su hijo, éste tendrá menos rabietas.
El niño vive en varias realidades a la vez. Se da cuenta de que no puede hacer ni tener todo a la vez. Los padres debemos ayudar entre sus pensamientos y sus deseos. Pero cuando comience pre-escolar el pequeño ganará en seguridad y madurez.
Si usted expresa la alegría de volver a verle y le explica su propia jornada, entonces su niño también le contará la suya.
El dominio progresivo del lenguaje le ayuda a ordenar sus pensamientos y a controlar sus impulsos.
Son varias las razones porque el niño tiene berrinches entre ellas es porque puede estar cansado, puede tener alguna pena, el lugar que ocupa dentro de sus hermanos, si es el mayor puede sentirse muy presionado y con muchas responsabilidades, el del medio tratará de atraer la atención de sus padres siendo el más obediente o el más berrinchudo; por último el más pequeño es el que hace más rabietas pues los padres pueden tolerar más los excesos de los niños menores.
Los vínculos que mantienen sus padres con su entorno cuando eran pequeños pueden orientar en un sentido o en otro sus reacciones ante las escenas de sus propios hijos.
Los comentarios de los parientes mas cercanos pueden contribuir a hacerles perder la calma y los caprichos de los hijos siempre se alimentan de la inseguridad del ambiente.
En presencia de desconocidos y lejos de la intimidad del hogar los padres temen ser juzgados por el mal comportamiento de su hijo del cual son responsables por ser encargados de su educación.
Ante esta situación es preferible pedir perdón especialmente si ante una escena de su hijo, le ha caído un golpe a alguien que esta cerca y también es bueno pedir que le echen una mano desarticulando así las críticas agresivas de algunas personas.
No es recomendable pegar al niño pues llega un momento que al niño por rebelarse le puede dar igual que le peguen y esto no contribuye a la autoestima del niño, además le incitamos a ser agresivos.
Hay que evitar ceder. Siempre es preferible dejar pasar cierto tiempo entre el deseo de un hijo y su satisfacción. Por ejemplo si quiere un chocolate, le diremos que se lo daremos si come toda su comida.
Se debe valorar en cada caso si es bueno ceder, sobretodo si el niño esta enfermo o si estamos muy apurados, ver si su hijo entenderá que no siempre se le va a conceder su capricho, cumplir lo que hemos dicho y no retractarnos.
Antes de castigar a un niño debemos de avisarle a que atenerse y que riesgos va a correr.
No se debe asociar los castigos a una necesidad vital del niño como decirle que se le va  a castigar enviándole a dormir, entonces no nos sorprenderá que después no quiera dormir en la noche.
No se debe de ignorar las rabietas pues esto puede menoscabar en la autoestima del niño.
Evitar bromas mordaces pues ellos no la entienden, evitar comparaciones, evitar reproches, etiquetas como tienes muy mal carácter o siempre haces lo mismo ya estoy cansada.
Hay que tener tranquilidad y seguridad en las palabras, mirarle a los ojos con aire desaprobador y cogerle del brazo sin violencia para volver a explicarle el contrato y recordarle que no se puede cambiar: "Ya te lo he dicho no se puede y punto". Es importante hacerle responsable de sus actos: "Si no te levantas temprano, no llegaras temprano a ver a tus amigos y a jugar con ellos".
En el momento del enfado pueden abrazar al niño para intentar calmarlo.
Por último hay que siempre estar creando formas lúdicas para ayudarles a hacer las cosas de rutina, como cuando no quiere lavarse, decirle que después se puede secar con la toalla que tiene un lindo muñequito, si no quiere comer prepararle la comida con lindas formas de animalito. Si no quiere bañarse decirle que puede jugar con el lindo patito de hule. Inventarle cuentos basados en lo que que el no quiere hacer. Como por ejemplo como sería un mundo si es que nadie tomara una ducha o un mundo sin buenos días, etc. Alabarlo siempre que se porta bien y hace sus deberes. Darle una recompensa si es que notamos que hace menos berrinches.
¡Y bueno si es que has llegado hasta aquí te doy las gracias por leer!


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