La esperanza

La esperanza no es lo último que se pierde, si tenemos esperanza es mucho lo que tenemos. La esperanza no es fingir que no existen los problemas. Es la confianza de saber que estos no son eternos, que los problemas se superarán pues como dice el refrán: “No hay mal que dure cien años mi cuerpo que lo aguante”. Es tener fe de que detrás de la oscuridad está la luz.
Cuando no somos correspondidos en el amor, cuando no consigues el trabajo que deseas, cuando no recibes una invitación que esperabas… No es que no te lo merezcas, no es que no seas importante, lo que pasa es que tú mereces algo mejor. Cada vez que sientas decepción por no recibir lo que deseas o esperas, no lo veas como rechazo, o mala suerte…… Simplemente piensa que es una oportunidad para algo mucho mejor de lo que esperabas.
La vida está hecha de momentos algunos tristes y otros felices. Pero no hay momentos más plenos que aquellos en los cuales descubrimos que la vida, con sus alegrías y sus penas, debe ser vivida día a día.
Así seamos ricos o pobres, tenemos el poder de estar completamente satisfechos y vivir una vida con real significado. Día a día tenemos ese poder, disfrutando de cada momento. Porque cada día es nuevo, flamante, y podemos empezar de nuevo y realizar todos nuestros sueños.

La esperanza sólo pide te creas en ella. La esperanza es mantener en alto el ánimo hasta que la ayuda llegue. Cada vez que un día no resulta tal como lo planeamos, la esperanza está allí como un reconfortante guía para ayudar a comprender. La esperanza es un lugar callado y personal donde siempre puedes encontrar refugio. Nunca pierdas la esperanza y la fe de que algo especial está por venir.
Si es que tenemos esperanza tenemos ya bastante.
He aquí la historia de una mujer que tenía mucha esperanza. Esta mujer ya sabía que sus días en la tierra están contados y como último deseo les dijo a sus familiares que quería ser enterrada sosteniendo un tenedor en sus manos. Su párroco confesor le preguntó por qué quería ser enterrada con un tenedor en la mano. A lo que ella respondió: “Cuando era niña esperaba con ansias la hora del postre después del segundo, mi Madre siempre ponía un tenedor sobre la mesa, el tenedor significaba que había algo más por venir y esto era un rico pastel que yo ansiaba saborear, en este caso el tenedor que yo pondré en mi mano significa la esperanza de que algo mejor está por venir, de que hay algo más después de la muerte, algo mejor”.
Esperanza

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